Recuerdo con alegría y nostalgia a la vez muchos de los juguetes que Los Reyes Magos me trajeron cuando era un niño: En algún año en tren eléctrico con sus rieles y el cual traía un set con el que podías armar un pueblo indio, en algún otro año un coche de carreras escudería Marlboro de pilas y toda la cosa, como olvidar al “hombre nuclear” al que al asomarse por su ojo biónico veías las cosas más cerca y al que pushandole un botón que traía en la espalda este levantaba un motor de auto con su mano (solo conservo sus tennis), y mis últimos Reyes: una bicicleta Vagabundo, bicicleta en color rojo que era por demás shingona.
Recuerdo perfectamente la imagen de todos aquellos juguetes que nos dejaron en alguno de esos años en donde además nos trajeron a mi hermana y a mi el disco LP de “Burbujas” cuando vivíamos todavía en aquella casa de llagua. Fue fantástico. Mágico.
Los Reyes Magos eran de lo mejor para mi porque aunque no siempre me traían lo que quería, siempre me dejaban algo que me parecía sorprendente. ¿Qué tanto esfuerzo habrán hecho? Siempre se los agradeceré infinitamente.
Prepara la petición que les haras en una carta porque esta noche es la ocasión de nos sigan trayendo a todos, todo lo que con el corazón le pidamos. Yo la haré porque todavía creo en ellos.
Recuerdo perfectamente la imagen de todos aquellos juguetes que nos dejaron en alguno de esos años en donde además nos trajeron a mi hermana y a mi el disco LP de “Burbujas” cuando vivíamos todavía en aquella casa de llagua. Fue fantástico. Mágico.
Los Reyes Magos eran de lo mejor para mi porque aunque no siempre me traían lo que quería, siempre me dejaban algo que me parecía sorprendente. ¿Qué tanto esfuerzo habrán hecho? Siempre se los agradeceré infinitamente.
Prepara la petición que les haras en una carta porque esta noche es la ocasión de nos sigan trayendo a todos, todo lo que con el corazón le pidamos. Yo la haré porque todavía creo en ellos.