Ayer fue un día especialmente difícil por situaciones que se escapan de mis manos sin embargo, recibí una gran lección: Un señor que estaba en la fila para hacer su trámite antes de mi agradecía a la cajera que lo atendía por haberlo recibido con una sonrisa. Al parecer, la cajera extrañada preguntó porque le daba las gracias contestando este: “Por haberme recibido con una sonrisa, parece se nos esta olvidando sonreír”. Una señal para bajarle a mis humos.
Desde en la mañana pedí la “ayuda” a los Dioses Toltecas porque sabía que sería un día difícil y es que no me imaginaba estar haciendo 5 horas un trámite en donde la misma institución ante la que hice el trámite no sabia que hacer. Me sacaba de mis casillas. Poco faltó para faltarles pero, aunque les demostré mi incredulidad y coraje ante su ineptitud, no hice mayor “pancho”. 5 horas.
Caí otra vez en cuenta que no hay días malos. Este siguió siendo maravilloso porque además de todos sus grandes detalles gratuitos que la naturaleza y Dios nos da con tantas señales y de las que a veces no nos percatamos, cerré el día con la plática y el cariño que reconforta de mis amigos. Unos en persona, otro por teléfono, dos más por el Messenger y el apoyo de ustedes mis amigos bloggeros que me leen.
Me he dado cuenta desde hace mucho tiempo que cualquier día por muy malo que parezca sigue siendo una verdadera bendición el vivirlo. Cualquier detalle por mínimo que parezca y que la naturaleza o el mismísimo Dios te da, es fascinante.
Desde en la mañana pedí la “ayuda” a los Dioses Toltecas porque sabía que sería un día difícil y es que no me imaginaba estar haciendo 5 horas un trámite en donde la misma institución ante la que hice el trámite no sabia que hacer. Me sacaba de mis casillas. Poco faltó para faltarles pero, aunque les demostré mi incredulidad y coraje ante su ineptitud, no hice mayor “pancho”. 5 horas.
Caí otra vez en cuenta que no hay días malos. Este siguió siendo maravilloso porque además de todos sus grandes detalles gratuitos que la naturaleza y Dios nos da con tantas señales y de las que a veces no nos percatamos, cerré el día con la plática y el cariño que reconforta de mis amigos. Unos en persona, otro por teléfono, dos más por el Messenger y el apoyo de ustedes mis amigos bloggeros que me leen.
Me he dado cuenta desde hace mucho tiempo que cualquier día por muy malo que parezca sigue siendo una verdadera bendición el vivirlo. Cualquier detalle por mínimo que parezca y que la naturaleza o el mismísimo Dios te da, es fascinante.