“Es que nuestra gramática por eso es tan maravillosa”. Era lo que en aquella ocasión el profesor nos decía en la clase de español refiriéndose a la correcta aplicación de las palabras de este idioma en un tiempo, género y número dentro de un contexto. De lo anterior me acuerdo cada vez que en forma tan común utilizamos erróneamente una palabra para hacer referencia a una acción cuyo significado es distinto ¿un ejemplo? “Apriete el botón” cuando la acción que queremos se aplique realmente es “oprimir” pero, ¿cuántos ejemplos más existen y de los que acostumbrados estamos ya sin percibirlos?
Creo las palabras, las letras mismas son signos que siendo estos chicos o grandes, sencillos o estilizados de no haberse inventado para comunicarnos, una sociedad simplemente no habría podido desarrollarse en la forma que hasta ahora lo ha hecho pero mejor aún ¿Cómo es que estos signos pueden a veces asustarnos con un requerimiento de Hacienda, hacernos reír con un chiste, imaginar con una novela o aprender con un libro de historia?
Creo las palabras, las letras mismas son signos que siendo estos chicos o grandes, sencillos o estilizados de no haberse inventado para comunicarnos, una sociedad simplemente no habría podido desarrollarse en la forma que hasta ahora lo ha hecho pero mejor aún ¿Cómo es que estos signos pueden a veces asustarnos con un requerimiento de Hacienda, hacernos reír con un chiste, imaginar con una novela o aprender con un libro de historia?
Quizás el tiempo, el medio o nuestra cultura es quien hace que a estos signos le demos una carga tal de simbolismos e importancia, que es lo que permite nos comuniquemos pero también creo que en la esencia de cada uno de nosotros esta el que estos signos, puedan llegar incluso tocar nuestra alma.