Hoy por la mañana fui al Hospital a donar sangre por una amiga cercana. Siempre me ha llamado la atención el que donar la misma a muchos nos cuesta trabajo sin embargo, creo es tan fácil y mejor aún, lo que un gesto así puede hacer. No se cuando lo necesitaré.
Cualquier razón para no donar puede ser un pretexto pero basta imaginar y ponerme en el lugar de la otra persona como para saber que, si en ese momento soy apto, debo hacerlo.
A propósito de esto, hace unos días platicaba con una amiga y de alguna forma salió a colación el tema de la donación de órganos. Me sorprendió que al mismo tiempo me mostrara ya su credencial del Sector Salud con la que se certifica y/o autoriza la donación de los órganos para que, en su caso, estos puedan ser utilizados en alguien que los requiera cuando a ella no le hagan falta.
Me dio cátedra. Toda una lección.
Pero, lejos de haber sido esta por darme información y explicarme lo sencillo que es el hacer este trámite, la lección me la llevé al descubrir que aunque me creía más abierto y decidido en tomar una decisión personal en la donación de órganos, no he dado el paso.
Desde luego el donar un órgano no es lo mismo que donar sangre y quizás esta última hasta sea ligeramente “más dolorosa” que la primera por sentir un piquete al insertar la aguja cuando en la donación de órganos parece, no sentiremos nada.
Luego entonces ¿Por qué la “resistencia”?
Escribo estas líneas y en ellas creo esta la respuesta porque, quizás solo baste imaginar y ponerme en el lugar de la otra persona para saber lo que debo hacer.
Cualquier razón para no donar puede ser un pretexto pero basta imaginar y ponerme en el lugar de la otra persona como para saber que, si en ese momento soy apto, debo hacerlo.
A propósito de esto, hace unos días platicaba con una amiga y de alguna forma salió a colación el tema de la donación de órganos. Me sorprendió que al mismo tiempo me mostrara ya su credencial del Sector Salud con la que se certifica y/o autoriza la donación de los órganos para que, en su caso, estos puedan ser utilizados en alguien que los requiera cuando a ella no le hagan falta.
Me dio cátedra. Toda una lección.
Pero, lejos de haber sido esta por darme información y explicarme lo sencillo que es el hacer este trámite, la lección me la llevé al descubrir que aunque me creía más abierto y decidido en tomar una decisión personal en la donación de órganos, no he dado el paso.
Desde luego el donar un órgano no es lo mismo que donar sangre y quizás esta última hasta sea ligeramente “más dolorosa” que la primera por sentir un piquete al insertar la aguja cuando en la donación de órganos parece, no sentiremos nada.
Luego entonces ¿Por qué la “resistencia”?
Escribo estas líneas y en ellas creo esta la respuesta porque, quizás solo baste imaginar y ponerme en el lugar de la otra persona para saber lo que debo hacer.