Me percaté al final del día que no traía en la bolsa una sola moneda, de esas ocasiones en que por alguna razón lo justo que traía en las mismas fue lo que utilicé en el transcurso del mismo. Ya rumbo a casa pensé en pasar a un cajero automático cercano y retirar algo de dinero por obvias razones. Ya estaba en la calle y como tarde era, también hambre sentía y muy cerquita en allí recodé, a la Sra. que vende taquitos de canasta: de chicharroncito, nopalitos, carne deshebrada, chiles rellenos, tortitas de papa, tortitas de venas… srsrhhhhhh!
Llegué con ella y le pedí:
- Una tortita de vena por favor… (es una tortita frita hecha con huevo, carne deshebrada y las venas (centros) de los chiles que utilizan para hacer los chiles rellenos. Se pueden acompañar con frijolitos o arroz y aunque pareciera son picosas, no lo son tanto.
- Con arroz joven?
- Si por favor, un poquito.
(Me supo a gloria, no saben que rica) - Me da otra por favor,
- Claro que si joven, me respondió.
(Aquí si reconocen la juventud, me dije) - Ammm… me da un vaso de agua de jamaica por favor y una tortita de papa.
(O sea, al diablo la dieta pero eso si: agua diurética de jamaica) - Si joven. Con arroz?
- Si por favor.
El caso es que me estaba terminando el agua (todo lo demás ya me lo había comido), cuando me acordé que no traía dinero ¬¬
Se me dibujo entonces una sonrisa en mi rostro la cual solo yo entendía y mientras degustaba el agua pensando cómo le decía a la Sra. que, aunque traía mi tarjeta y tendría dinero, antes debía pasar a retirar el mismo al cajero automático cercano.
El caso es que después de unos minutos, sin saber como decirle, yo con mi sonrisa de pena y nervios, y mientras otros comensales se distraían, me armé de valor y la aborde (ingezu):
- Sra., fíjese que tengo un problema.
- Que paso? Se acercó también su ayudante con cara seria.
- Fíjese (otra vez dije [no lo puedo evitar, serían nervios?]), que no traigo dinero pero, si me dá chance a retirar de aquí del cajero y ahoritita regreso…
- A si, no más me deja su reloj, su celular o algo de valor me dijo en tono de broma. Claro que si vaya.
Total que fui a retirar el dinero, regresé, y yo seguía con mi sonrisa interna de pena. Jamás me había sucedido una situación así y aunque no me iba pelar por lo que me comí y la Sra. me ubicaba de otras ocasiones que ya había ido a comer, no dejó de sentirme abochornado (tanto que hasta posteo mi gracia).
Moraleja: Aunque la Sra. ni remotamente cuanta con una terminal punto de venta, aquí si vale decir “no salga sin su tarjeta” (siempre y cuando este cerca de un cajero automático.