El ir al Seguro Social es un verdadero show y es que, quien ha ido a consulta o por alguna otra razón a esta institución, no me dejará mentir. Quien no ha ido, realmente no ha vivido: es una aventura única y una prueba a tu paciencia que por lo menos yo, todavía no supero y sigo trando de llegar a hacerlo. Sin embargo, no hay de otra: hoy fui y lo bueno de todo esto es que me toca una Dra. que realmente es de concurso: wapa y buenísima.
Pero no quiero quejarme de la organización que existe en esta institución de la cual además, muchos dependemos y en lo personal siempre me ha ido bien, no así el caso de otras personas: esperaba yo ahora si que pacientemente cuando llegó una chava acompañada de una Sra. que deduzco era familiar. Desde que la vi, la note con un semblante extraño, que más que malo o de enfermedad era de angustia. Caminaba lento y se veía triste, siempre apoyada en la Sra. que la acompañaba.
Así como quizás yo noté esto, otras personas lo notaron porque conforme fue pasando el tiempo se acercaron a ellas algunas personas que por su movimientos y actitudes, parecía las cuestionaban para al parecer también, aconsejarlas y darles ánimos. La chava, tenía que esperar su turno a consulta.
Me tocó ver como cada una de estas personas al retirarse, se despedían de ellas en donde si no les daban una “palmadita”, por lo menos asentaban su mano un breve momento en alguno de sus hombros en señal de consuelo. Me reconfortó mucho el poder sentir que ellas podían quizás sentir también un apoyo.
¿Por qué son tan mágicos los abrazos? ¿Cómo es que el simple roce de una persona que te desea lo mejor nos reconforta tanto? ¿Qué energía es la que transmitimos al tocar o ser apapachados? ¿ Porque la necesidad de hacerlo o pedirlo?
Le buena vibra no tan solo siente, también se ve.
Pero no quiero quejarme de la organización que existe en esta institución de la cual además, muchos dependemos y en lo personal siempre me ha ido bien, no así el caso de otras personas: esperaba yo ahora si que pacientemente cuando llegó una chava acompañada de una Sra. que deduzco era familiar. Desde que la vi, la note con un semblante extraño, que más que malo o de enfermedad era de angustia. Caminaba lento y se veía triste, siempre apoyada en la Sra. que la acompañaba.
Así como quizás yo noté esto, otras personas lo notaron porque conforme fue pasando el tiempo se acercaron a ellas algunas personas que por su movimientos y actitudes, parecía las cuestionaban para al parecer también, aconsejarlas y darles ánimos. La chava, tenía que esperar su turno a consulta.
Me tocó ver como cada una de estas personas al retirarse, se despedían de ellas en donde si no les daban una “palmadita”, por lo menos asentaban su mano un breve momento en alguno de sus hombros en señal de consuelo. Me reconfortó mucho el poder sentir que ellas podían quizás sentir también un apoyo.
¿Por qué son tan mágicos los abrazos? ¿Cómo es que el simple roce de una persona que te desea lo mejor nos reconforta tanto? ¿Qué energía es la que transmitimos al tocar o ser apapachados? ¿ Porque la necesidad de hacerlo o pedirlo?
Le buena vibra no tan solo siente, también se ve.
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