El día de ayer fue un día muy bueno porque entre otras cosas había un sol radiante. Debía ir al centro y como paso obligado tendría que atravesar la zona de los mercados, específicamente el Mercado Unidad Veracruzana. En estas fechas lo que abunda allí es el colorido y el aroma a copal o incienso, las flores tradicionales y la gran variedad de dulces. Todo eso me encanta, no se porque me gusta tanto o bueno, quizás si.
A propósito, decidí entrar al Mercado Hidalgo para ver que onda, ver que había y de igual manera encontré también muchas calaveritas de azúcar, amaranto y chocolate, garapiñados, palanquetas, dulces en conserva y fruta cristalizada. Todo para ofrenda a los fieles difuntos pero ¿la disfrutarán ellos tanto como nosotros en vida?
Tenía yo una tía que en ofrenda a sus fieles difuntos, dejaba en vísperas al 02 de noviembre su modesta mesa para cena, con cubiertos y platillos servidos: mole, arroz como guarnición y por supuesto bebida. Siempre lo hacía.
Aunque eso de primera instancia parecería suene como una locura, me parece bello, no tan solo por el hecho de la tradición como tal si no por el amor que sentía por quienes con ella ya no estaban.
La ofrenda quizás no se disfrute tanto ya en esa etapa, la ofrenda quizás es lo de menos, quizás lo que si se disfrute es saber que a uno lo puedan recordar así.