El realizar una rutina de ejercicio ha sido siempre por cuestiones de salud y porque creo fervientemente que, asi como debemos lavarnos los dientes, asearnos, comer y dormir, también hay que hacer ejercicio. Es cierto, en el fondo también debe gustarte y se debe ser disciplinado porque aunque este muy recomendado y pueda ser muy benéfico en muchos sentidos el hacerlo, a veces es pesado.
Con el paso del tiempo vas obteniendo algunos resultados que no tan solo ayudan a tu salud y a tu espíritu, también al alma, y lejos de ser una situación chocante por todo lo criticado que puedas ser (esta bien visto ser gordito o tener panza pero si vas a un gimnasio… ja!) esto te hace ver que es lo que te gusta. Te da seguridad.
Pero como decía, no es fácil. A veces es de webísima ir al gimnasio cuando nada de ganas tienes, cuando andas con la pila baja o cuando simplemente el cuerpo no responde. ¿Qué aplica en estos casos? ¿Cuál es mi motivación? Ja! En primera, mi motivación es saber que la renta en el gimnasio no me la regalan (si, soy muy pobre y de familia numerosa), en segunda, saber que allí asiste gente que como yo, vamos a lo mismo: estamos en la misma frecuencia y en tercera si, ver ciertos resultados. Ya cuando se esta allí y estamos encarrerados, la flojera, el cansancio o el desánimo se quitan.
¿De que más se puede tomar motivación? Al menos yo de lo que sea, aunque se nos tache también, de lo que sea.
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