El estar con mis amigos es fascinante. No hay nada mejor que pasar un buen rato con ellos y compartir pequeños y grandotes momentos en donde el tiempo se va de volada. El haber estado este fin de semana en Tierra Blanca con ellos fue como siempre muy padre y en donde además, siempre quedas invitado para volver a estar con ellos allá ó acá. Con una vista interesante y muy padre de la ciudad, esta vez pudimos conocer un poquito más de la misma ya que, desde lo alto de uno de los edificios cercanos al centro pudimos ver parte de la ciudad (sin decir que por un momento al llegar, nos desubicamos de la dirección a la que nos dirigíamos y caminamos algunas cuadras de más, claro, por no decir que por un momento nos perdimos).
Un día el cual había amanecido con lluvia y en el que el sol poco a poco se impuso en forma radiante sin ser opacado por nube alguna y en el que el calor del que tiene fama Tierra Blanca por lo menos yo, no lo sentí.
La verdad es que siempre es un placer ir para allá en donde además de comer haber comido un muy buen almuerzo, posteriormente rematamos tomándonos un rico café en el zócalo de la ciudad.