Thursday, September 17, 2009

Ya llegué de donde andaba!

Amigos, este día regresé junto con Brona a casa después de un pequeño gran descanso en donde además de pasarla mucho muy bien ante la hospitalidad y detalles de mi gran amigo y compadre F junto a su familia, con ellos aprendí y conocí más de lo que hubiese imaginado en otros muchos sentidos. Son de verdad una familia ejemplar para mi y a la que ya tendré oportunidad de agradecer lo bien que conmigo y a su vez con mi familia se han portado. Algún momento será el oportuno también para comentar más sobre ello pero por lo pronto, quiero aplicar en lo personal parte de lo que de ellos he aprendido.

¿El destino? Salina Cruz, una pequeña ciudad y puerto en donde además de contar con ahora con nuevos amigos, he comido los mejores antojitos de Oaxaca, he bailado como nunca en dos de sus tres discoteqs y en donde pernoté en la casa de mis amigos cuya ubicación cuenta con una vista shingona de la ciudad.
Salina Cruz se encuentra en el Itsmo de Tehuantepec, la franja más angosta entre el Golfo de México y el Océano Pacífico y la idea además era conocer algunas de las bahías cercanas, las que más se pudieran en este breve espacio de tiempo.
Una vez que llegué y después de un retraso de más de una hora por mal tiempo acá por mis terruños, rápido: a prepararse para visitar el segundo punto de interés: Puerto Escondido, una bahía cuyas playas son atractivas no tan solo por su belleza si no por que entre otros detalles, son las idóneas para los eventos de surfing en el país así que, nos dirigimos a la terminal para tomar un autobús con destino a ese lugar maravilloso. En Zicatela, una de sus playas, me tocó además presenciar un evento natural muy emotivo que nunca me hubiese imaginado pero eso, se los contaré más adelante.

Fue fascinante.