Monday, August 18, 2008

Mamá Lupe.

Siempre admiré mucho a mi bisabuela porque era una Sra. que además de ser linda por fuera, lo era mucho más por dentro. Nunca la vi enojada y cuando por algo nos llamaba la atención, lo hacia con un tono pícaro, en un tono como de “el regaño no es en serio”.
Recuerdo que me llamaba mucho la atención y me le quedaba mirando, siempre me hacia platica y nunca me cuestionó que tanto le veía. Generalmente vestía en tonos obscuros, usaba zapatos de tela muy suaves para caminar junto con un bastón y se peinaba una trenza que se la recogía de tal forma que le quedaba en la base de la cabeza a manera de los peinados que se hacen las “jarochas”, con una peineta. Tenía unos ojos aceitunados preciosos y una sonrisa maravillosa.

A su edad viajaba sola, a veces desde su pueblo hasta el estado de Puebla, en donde vive uno de sus hijos y es que, así era ella de aventada. Viajaba también desde su pueblo hasta el nuestro y siempre que nos visitaba llegaba cargándonos cosas: frijol, arroz, plátanos, productos que se daban y que cosechaban en el pueblo. Siempre fue muy fuerte, muy alegre, muy independiente… muy linda. Siempre nos dio amor y también se lo dimos.

Ahora que regresamos a su pueblo llegué al terreno en donde estaba su casa la cual, ya no existe. Un lugar muy grande con árboles muy altos, con mucha sombra. Cerca de ahí un platanar que me hizo recordar aquellos plátanos que cosechaba y que nos llevaba los cuales mi madre posteriormente nos preparaba en rebanadas fritas o en un platillo que llamaban “mogo-mogo” (muy rico).

Me es sumamente interesante como nos podemos encontrar con personas dentro y fuera de la familia las cuales pueden influenciar nuestra propia forma de ser y a las que no podemos olvidar por alguno o muchos, por pequeños o grandes detalles, que hacen que estas te sean admirables, y para mi ese es el caso de mi bisabuela.