Wednesday, December 02, 2009

El espejo.

El día de hoy de regreso a la oficina, justo antes de hacer unos pagos en el banco y mi servicio de luz, a mitad del camino me tope de nuevo con una tienda de antigüedades que mucho llama mi atención. Estaba cerrada y me acerque a husmear lo que tras los cristales se veía: hermosos muebles y detalles pero de entre todo, un espejo acaparó mi atención. Cerca estaba el dueño del establecimiento y quizás vio mi interés que insistió en abrir el local, lo acababa de cerrar para entregar unos objetos y regresaba ya.

Una persona muy amable de quien posteriormente supe su nombre, Don H, y de quien en ese breve lapso pude percatarme de lo mucho que sabe al describirme muchos de los objetos que allí vende. En su plática intuí que ha viajado por muchas ciudades del mundo así como ciudades de nuestro país: mencionó lugares representativos en el globo y de México, lugares ícono junto con sus artesanías.

Yo, deleitando mi pupila con todos los objetos que allí había al tiempo que con atención escuchaba pero el espejo, ese espejo me encantó: un marco de madera tallado y torneado a mano cubierto con laminilla de oro y de unos dos metros y medio de alto. El precio, ya lo imaginarán (…de hecho, un poquito más).

De Don H aprendí en ese momento muchas cosas y es que su plática trasmitía todo el gusto que en la admiración por la belleza por esos objetos y esos lugares uno pueda tener. Me sentí e línea e agradecido al saber alguien pueda compartir ese gusto. ¿Por qué ese espejo si muchos admiradores tiene como me dijo Don H, aun espera a alguien? ¿Acaso será cierto que hay objetos, como personas… que están allí tambien esperándonos? ¿Acaso será para mi?

Parecería que a veces no es cuestión de dinero, parecería que es tan solo a veces cuestión de tiempo, de tan solo encontrarse a aquello o a ese alguien para hacer lo que sea necesario y obtenerlo al precio que sea.